Marian Obrador, psicóloga de la FETB en el CDIAP de Gràcia

La salud mental está a la orden del día, la pandemia ha aflorado muchas de las vulnerabilidades particulares y han incidido aún más en nuestra sociedad el malestar y los problemas de salud mental. Estamos, además, frente a un mundo cada vez más complejo y rápido, donde la salud mental se ha convertido en un activo más apreciado.

Es evidente que la prevención es la clave para cuidar la salud mental individualmente y, por tanto, colectivamente. Prevenir es tan importante como curar o tratar y debemos dedicarle todos los recursos posibles. Como sociedad tenemos la responsabilidad de fomentar un entorno en el cual cada individuo pueda prosperar emocionalmente.

¿Cómo podemos hacerlo posible desde la prevención?

La importancia de los primeros vínculos: desde antes de nacer, durante la gestación y después del parto hasta los primeros años de vida estamos en constante interacción con nuestros padres y madres o cuidadores/as principales y esta interacción es uno de los pilares de la prevención. Hablamos de los vínculos primarios que tienen un papel primordial en el desarrollo de la salud mental a lo largo de toda la vida. Esta relación temprana proporciona los cimientos emocionales y psicológicos sobre los que se construyen todas las demás experiencias y relaciones. El vínculo seguro de los niños y niñas con sus cuidadores/as ayuda a regular sus emociones, experimentar seguridad y confianza para explorar el entorno. Así de mayores pueden tener una mayor capacidad para hacer frente al estrés y las adversidades. Los s vínculos primarios sólidos actúan como un factor protector de la salud mental a lo largo de la vida.

La importancia de la educación de la salud mental en la infancia: el trabajo emocional desde pequeños, ya en los primeros años de vida, y trabajar estrategias de afrontamiento desde una edad temprana pueden ayudar a prevenir problemas posteriores y nos ayudan a afrontar los desafíos desde una posición más activa y sana, comprendiendo que a lo largo de la vida puede haber momentos más complicados.

Prevención en la infancia: la prevención comienza en la infancia. Concienciar sobre ello y apoyar a las familias, identificar elementos de vulnerabilidad y garantizar un entorno seguro y afectivo para los niños y niñas puede sentar las bases de una sólida salud mental a lo largo de la vida.

Reducción del estigma: la estigmatización de la salud mental y, sobre todo, de los trastornos mentales sigue siendo un obstáculo importante para muchas personas que buscan ayuda. Como sociedad debemos intentar derribar los estereotipos, poniendo en valor la búsqueda de ayuda, y fomentar un ambiente de apertura y apoyo. Es importante evitar minimizar el malestar de los demás y, en este sentido, contribuye el evitar la sobreexposición a las redes sociales, donde es fácil compararse con supuestas vidas perfectas que en la realidad seguramente no lo son tanto.

Acceso a la atención de calidad y compromiso particular: garantizar que todo el mundo pueda acceder a servicios de salud mental y atención precoz asequibles y de calidad implica invertir en recursos. Mejorar la salud mental en nuestra sociedad requiere también un compromiso particular. No sólo implica a los y las profesionales de la salud, sino que nos involucra a todas las personas. Al trabajar juntos/as para crear unos entornos más comprensivos, accesibles y solidarios, podemos contribuir significativamente a una sociedad en la que la salud mental sea un derecho y una realidad para todos/as.

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