La adolescencia, una etapa clave en la construcción de la identidad
La adolescencia es un momento clave para la construcción de la identidad, una etapa en la que chicos y chicas empiezan a diferenciarse del mundo adulto buscando nuevos referentes y experimentando una intensificación de las influencias externas. En un contexto marcado por el auge de las nuevas tecnologías, las redes sociales han pasado a jugar un papel fundamental. “Todo lo que recibimos de fuera, la manera en que nos ven o lo que escuchamos, nos va modelando por dentro, y en la adolescencia esto sucede especialmente con figuras ajenas al ámbito familiar», detalla Claudi Paz, psicólogo de la Fundació Eulàlia Torras de Beà y coordinador del CSMIJ de Sant Andreu.
Hoy en día, muchos adolescentes construyen su autoestima a partir de la respuesta que reciben en las redes sociales. «Nos encontramos con jóvenes que viven inmersos en este mundo, y eso preocupa mucho», apunta Maryam Fuentes, educadora social de la FETB. «Su autoestima depende de los ‘me gusta’ y de las visualizaciones, y hay una comparación constante que desemboca en inseguridad y frustración, generando una autoestima muy frágil basada en una validación externa”, añade la educadora social. Estas presiones se hacen cada vez más evidentes a edades más tempranas, sobre todo entre las chicas.
El auge de las ideologías extremistas entre los chicos adolescentes
Los usos que hacen chicos y chicas de las redes también difieren. Según destaca Fuentes, “las chicas comparten más su actividad y establecen formas de relacionarse dentro de las redes. Los chicos, en cambio, suelen dedicar más tiempo a videojuegos o a perfiles de creadores de contenido con discursos individualistas”. Esta diferencia conlleva implicaciones significativas, ya que entre algunos chicos se está extendiendo una tendencia basada en seguir referentes que promueven el individualismo extremo y ideologías ultraconservadoras, con discursos que esconden ideas machistas y xenófobas.
Una encuesta del Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS) recoge que los chicos de entre 18 y 24 años se sitúan más a la derecha que las chicas de su misma edad a la hora de definirse ideológicamente. Los datos muestran que casi 1 de cada 3 jóvenes menores de 25 años se identifica con partidos de derecha o extrema derecha, el triple que las mujeres de la misma franja de edad. “Estamos viendo chicos que, en momentos de fragilidad y desorientación, se enganchan a discursos simples y contundentes. Es especialmente peligroso para chicos en situaciones sociales más complicadas, que pueden sentirse aún más excluidos y atraídos por estos discursos”, alerta Claudi Paz en referencia a estos datos.
Más interacciones virtuales y menos competencias sociales
El aumento de las interacciones virtuales también ha traído cambios en la forma en que los adolescentes se relacionan entre sí. “Tienen más dificultades para gestionar los conflictos y las emociones cara a cara”, observa Maryam Fuentes, y añade que, cuando están involucrados en un problema, “a menudo recurren a las redes, donde se expresan con indirectas o mensajes públicos, y eso limita mucho el desarrollo de competencias sociales reales”. Esta nueva forma de relacionarse también condiciona la calidad de los vínculos y puede desembocar en una sensación de soledad a pesar de estar conectados todo el día.
Referentes reales contra influencias digitales
Claudi Paz y Maryam Fuentes explican que, a la hora de abordar estas situaciones, desde la FETB el trabajo es continuo y multidisciplinar. “Intentamos crear espacios de diálogo y confianza, donde puedan compartirnos los contenidos que siguen en las redes sociales y hacerlos pensables”, explica Paz. “También trabajamos activamente con las familias para fomentar la reflexión y el acompañamiento, ya que no se trata solo de poner límites, sino de enseñar a pensar, compartir y revisar conjuntamente lo que se consume en redes”, añade el coordinador.
En el ámbito de la educación social, Fuentes expone que trabajan con actividades vivenciales, juegos de rol y espacios de conversación para “fomentar la comunicación y las buenas relaciones entre amigos para que las pantallas no sean un bloqueo”. La clave, coinciden ambos, es ofrecer referentes reales y vinculantes, que no juzguen sino que escuchen, para que los adolescentes puedan explicar qué les atrae sin sentirse atacados y, de esta manera, empezar a construir dinámicas diferentes.