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ENTREVISTA | «Cuidar la salud mental materna supone también cuidar al niño o niña»

Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental Materna entrevistamos a Marta Golanó, psicóloga clínica, doctora en Psicología y miembro del equipo de la FETB que apoya a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (Hospital de la Santa Creu i Sant Pau).

¿Qué entendemos por salud mental materna?

  • La salud mental (SM) materna es la salud mental que hace referencia a las mujeres como madres. Desde la gestación a la crianza se da un número elevado de cambios biológicos, fisiológicos, psicológicos, relacionales y sociales altamente relevantes que impactan de distintas formas en la salud física y mental de la mujer.

¿Por qué crees que es importante?

  • El grado de salud mental materna condiciona el bienestar de la madre, del feto, del bebé y de toda la familia, tanto prenatal como postnatalmente, y también a lo largo de toda la vida del niño o niña.
  • La salud mental materna puede condicionar, en primer lugar, la gestación y el bienestar fetal, así como la recuperación física de la madre en el posparto. En segundo lugar, la salud mental materna condiciona el ajuste de la madre al bebé durante la etapa neonatal, en los primeros días, semanas y meses después del nacimiento del bebé. Y, en tercer lugar, la salud mental materna condiciona la disponibilidad de la madre a las distintas necesidades físicas y emocionales que el niño va experimentando a lo largo de los primeros años. A una madre altamente ansiosa, deprimida o con pensamientos fuera de la realidad, le resulta muy difícil captar y responder a las necesidades de su hijo o hija de forma suficientemente sensible. La crianza es muy exigente y necesita que la madre u otro adulto cuidador estén muy disponibles para responder a las demandas interactivas del bebé y contribuir así a que su desarrollo pueda desarrollarse satisfactoriamente. En este sentido, cuidar la salud mental materna supone también cuidar al niño/a.

¿Es común sufrir trastornos de salud mental a causa del embarazo y el postparto?

  • Forma parte de la etapa perinatal la aparición de sentimientos de incertidumbre, ansiedad y miedo ante la gestación, el parto y la crianza, por la elevada vulnerabilidad física y emocional que se está viviendo, así como ante la nueva identidad como madre y el nuevo rol social que se adopta. Por tanto, una dosis de ansiedad forma parte de lo esperado de la etapa perinatal y a lo largo de los primeros años de la vida del niño o niña para poder estar conectada y alerta con la vulnerabilidad real que se vive.
  • Pero cuando estas ansiedades desbordan la capacidad de la mujer para mantener las actividades cotidianas, es cuando se puede empezar a considerar un trastorno de salud mental materna, tanto en la etapa perinatal como más adelante. A partir de este momento se puede pedir el apoyo y ayuda a las personas cercanas, o bien a las personas profesionales de la salud mental. La mayoría de las mujeres mejoran significativamente con una atención de baja intensidad. De esta manera, y de forma preventiva, se evita que una dificultad leve se convierta en una grave. No es necesario estar grave para solicitar soporte.
  • Cuando la ansiedad es elevada, las preocupaciones y los pensamientos de alerta son recurrentes, intrusivos, consumen un tiempo elevado, o comienzan a tener una calidad irracional, o cuando la desesperanza y los sentimientos de poca valía son prevalentes; cuando estos síntomas duran más de dos o tres semanas aproximadamente, es probable que se estén convirtiendo en una grave dificultad de salud mental. En este caso, se requiere un soporte y una atención psicoterapéutica intensiva.
  • A menudo la diferencia entre lo esperable y lo que entra en el terreno de las dificultades de salud mental materna leves, moderadas o graves, es una cuestión de intensidad, de duración y de calidad, en referencia a la irracionalidad de los contenidos de algunos pensamientos que pueden aparecer.

¿Cuáles son los trastornos más habituales?

  • Según la OMS (1) la ansiedad y la depresión en el período perinatal son los trastornos más frecuentes. Se estima que una de cada 10 mujeres en los países desarrollados, y una de cada 5 en los países en desarrollo, sufren ansiedad y depresión durante la etapa perinatal. Estos datos, cambiantes según el entorno socioeconómico donde se encuentra la mujer, indican la relevancia del apoyo del entorno para favorecer o no su bienestar emocional en el proceso de convertirse en madre.
  • Respecto a la depresión posparto, uno de los trastornos de salud mental más conocido, actualmente sabemos que un 50% de las madres diagnosticadas presentaban síntomas durante la gestación y sobre todo en el tercer trimestre. Por tanto, es imprescindible identificar señales de alerta para prevenir su agravamiento.
  • Durante la gestación, el parto y el postparto la probabilidad de que se den circunstancias que generen elevado estrés y ansiedad, provoca una mayor probabilidad de que se desencadenen diferentes trastornos de salud mental. Así pueden aparecer, aunque en menor porcentaje, fobias específicas a aspectos relacionados con el parto y/o aspectos médicos; trastornos obsesivos-compulsivos, y finalmente, en menor proporción, pueden aparecer las psicosis puerperales cuando existen antecedentes relevantes de salud mental y que hacen referencia a aquellos trastornos con presencia de pensamientos irracionales e intrusivos que surgen en las horas o días posteriores al parto y que requieren una intervención inmediata e intensiva.

¿Qué le dirías a una mujer que experimenta problemas de salud mental y siente culpa de pedir ayuda?

  • Podríamos decirle que toda la etapa desde la gestación a la crianza del bebé es muy exigente física y emocionalmente. Es una etapa en la que se ponen a prueba sus capacidades de contención emocional y de disponibilidad, y cómo esta exigencia fácilmente puede sobrepasarla.
  • Podríamos decirle también que actualmente sabemos que es más fácil que se sienta sobrepasada cuando se dan algunos factores de riesgo anteriores: antecedentes personales de ansiedad y depresión, antecedentes de enfermedades crónicas o fragilidad física, dificultades económicas, falta de red de apoyo familiar y profesional, antecedentes de pérdidas gestacionales o neonatales, antecedentes de infertilidad, haber vivido violencia machista en la pareja, antecedentes de condiciones adversas a su propia infancia y/o adolescencia, entre otros. Por tanto, si ella sabe que ha tenido alguna de estas condiciones de riesgo, es posible que más probablemente experimente síntomas propios de dificultades de salud mental.
  • Podríamos decirle que estamos en una sociedad en la que tradicionalmente la figura de la madre se ha asociado a la de una mujer que soporta las adversidades sin pedir ayuda dando por supuesto que éste es un valor positivo y un valor asociado a aquello que se considera ‘ser madre’. En parte es por este motivo que pedir ayuda a causa de las dificultades emocionales maternas ha sido tradicionalmente estigmatizado. Hoy en día sabemos que pedir ayuda es un signo de salud, conciencia y protección, para ella, para su bebé y para toda la familia.

¿Cómo puede ayudarle su entorno? ¿Qué necesita y qué no necesita ella?

  • La podemos ayudar escuchándola y validando su malestar, en primer lugar. En ningún momento deben emitirse juicios de valor que serían estigmatizantes y aumentarían su malestar. La podemos ayudar generando o activando la red de soporte a su alrededor para aligerar su carga de crianza ofreciéndole espacios de respiro.
  • En caso de que se detecten síntomas que pueden ser o llegar a ser más graves, podemos ayudarla a buscar información sobre los recursos existentes para distintos niveles de necesidades.
  •  A menudo se minimizan los síntomas confundiéndolos con los esperados de las etapas perinatales. Ante la duda es mejor consultar con los profesionales de salud médica, ginecología, enfermería o pediatría y que ellos/as puedan efectuar o no la derivación a los profesionales de salud mental oportunos.
  • A menudo se dice: “No estoy tan mal como para pedir ayuda”. El objetivo es pedir ayuda para no llegar a estar tan mal.

Por lo general es un tema todavía poco conocido a nivel social, ¿a qué crees que se debe y qué podríamos hacer para darle una mayor visibilidad?

  • En la sociedad actual en la que estamos inmersos, existen diversas miradas sesgadas o prejuicios que han contribuido a que la salud mental materna, perinatal o a lo largo de toda la maternidad, no esté suficientemente visibilizada y tratada como requiere.
  • En primer lugar, el sesgo de género todavía impregna el ámbito sanitario y es por eso que el malestar no sólo mental sino también físico han sido tradicionalmente minimizados.
  • En segundo lugar, estamos viviendo una época en la que es todavía reciente la consideración de la salud mental como una necesidad ineludible en la salud pública.
  • En tercer lugar, apuntaríamos al imaginario social en torno a la figura de la madre y de la ‘buena madre’ como alguien que debe afrontar condiciones familiares y de crianza por encima de su propio bienestar.
  • Y, por último, actualmente existe una idealización de la maternidad y de la crianza que conduce al aumento de la ansiedad en muchas madres que no experimentan todo lo que se expone desde los medios de comunicación o desde las redes sociales. Desde estos medios se tiende a uniformar las experiencias vitales frente a la maternidad que siempre son subjetivas. Estas miradas sesgadas y prejuicios llevan a la mujer a sentirse estigmatizada ante su malestar mental y esto hace que le cueste identificarlo y pedir la ayuda que necesita.

El Día Mundial de la Salud Mental Materna se lanzó para aumentar la concienciación y mejorar los recursos públicos que se destinan. ¿Cuáles consideras que deberían ser las prioridades?

  • En general, el cuidado de la salud mental materna ha mejorado en los últimos 30 años en las sociedades occidentales, pero queda mucho camino por recorrer y se pueden llevar a cabo muchas más acciones y a distintos niveles.
  • Se podrían realizar más campañas divulgativas para visibilizar las señales de alerta y los trastornos de salud mental en la etapa perinatal ya lo largo de la crianza. A nivel de red sociosanitaria, a pesar de que existen equipamientos que abordan la salud mental materna, estos son insuficientes para atender a la totalidad de la población en las condiciones que serían necesarias para poder intervenir preventivamente y que no se agraven y afecten a la interacción materno -infantil.
  • Por último, se podría protocolizar la visita con psicología clínica en muchos de los procesos sanitarios de los que forma parte la dimensión de la psicología materna. Actualmente la figura de la psicología continúa ausente o es anecdótica, como por ejemplo en el seguimiento del embarazo, en seguimientos posteriores a pérdidas gestacionales o neonatales, en procesos de reproducción artificial, en procesos de comunicación de diagnósticos de infertilidad, en procesos de comunicación de malformación fetal, entre otros. La inclusión de la figura de la psicología en estos procesos médicos garantizaría la consideración de la salud mental de la mujer en su ser madre.

Referencias bibliográficas:

(1). WHO. Guide for integration of perinatal mental health in maternal and child health services. Geneva: World Health Organization; 2022. Licencia: CC BY-NC-SA 3.0 IGO.

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