Consultamos con dos de nuestras psicólogas:
- Clara Vila (CV): Psicóloga y coordinadora del CSMIJ de Gracia
- Berta San José (BS): Psicóloga y coordinadora del CDIAP de Gracia
¿A qué llamamos Trastorno del Espectro Autista (TEA)?
CV: El TEA es un trastorno del neurodesarrollo con afectación/dificultades en las áreas de comunicación, interacción social e intereses o comportamientos que suelen ser repetitivos o restringidos (muy específicos y/o rígidos). El espectro es amplio e incluye perfiles muy diferentes de niños/as y adolescentes con afectaciones y potencialidades diferenciadas. Algunos casos pueden presentar retrasos cognitivos u otros trastornos asociados.
¿A partir de qué edades se puede detectar?
BS: Los signos de alarma relevantes se pueden detectar desde alrededor de los 12 meses, incluso antes. A estas edades no hablamos de un diagnóstico de TEA, sino de «signos de alarma» o un riesgo «leve/moderado/grave» de desarrollar un trastorno del espectro autista. A partir del año, se puede administrar una prueba específica, complementaria a otras pruebas, para el diagnóstico del autismo, pero solo se evalúa el riesgo. Es alrededor de los 3 años cuando ya podemos hablar de un diagnóstico de TEA.
¿Cómo afecta el TEA en los/as niños/as y jóvenes?
CV: Los niños/as con TEA tienen dificultades para entender las interacciones y las «claves» sociales (por ejemplo, las expresiones faciales), y esto puede hacer que se sientan perdidos/as al interpretar lo que está sucediendo en el entorno social y saber cómo actuar.
El aprendizaje también se puede ver alterarado, ya sea porque haya un retraso cognitivo o dificultades en el procesamiento e integración de la información. A menudo perciben los detalles o particularidades de las cosas, pero les resulta difícil ver lo global (capacidad de abstracción).
A nivel emocional podemos encontrar que las personas con TEA no son expresivas, tienen una tendencia a desconectarse del entorno, les cuesta mirar a los ojos o tienen un tono de voz muy monótono. También pueden presentan emociones, pero de una manera muy desregulada (risa excesiva o enfado descontrolado). A menudo tienen dificultades para identificar cómo se sienten (emociones básicas como tristeza, ira, miedo, etc.) y relacionarlo con sus señales corporales. También les resulta difícil capturar o leer emociones en otros.
Y por otro lado, ¿qué capacidades pueden tener muy desarrolladas las personas con TEA?
CV: Las personas con TEA pueden tener más facilidad para observar y captar detalles, especialmente a nivel visual; lo cual puede ser útil en algunas tareas (informática, matemáticas). Tienen la capacidad de memorizar mucha información, especialmente en relación con sus intereses. Pueden ser hábiles a nivel técnico y suelen perseverar si entienden el objetivo a alcanzar. Dan gran importancia al cumplimiento de las normas.
¿Cómo funciona el proceso terapéutico y desde qué enfoque trabajáis?
BS: En el proceso terapéutico creemos que trabajar con la familia es esencial. A menudo, antes de conocer el diagnóstico, los padres sienten que no encuentran una manera de relacionarse con su hijo/a y hay muchos aspectos que los desconciertan y les preocupan. Podemos ayudarlos a encontrar estrategias para que el niño o la niña pueda abrirse y evolucionar.
La base del tratamiento terapéutico es ofrecer al niño/a un espacio seguro y de confianza, donde poco a poco, a través de la interacción con el terapeuta, puedan abrirse y comenzar en la relación. A medida que se pueden establecer estos puentes, a través de la relación y los intereses del niño/a, y siempre teniendo en cuenta su momento evolutivo, se propondrán juegos y situaciones que lo estimulen en las diferentes áreas en las que presenta más dificultades.
Al mismo tiempo, nos comunicamos con colegios y otros profesionales que acompañan al niño o niña y a su familia con el fin de tener una visión más global del paciente y realizar una intervención de forma coordinada.
¿Qué mejoras habéis detectado gracias al tratamiento?
BS: Con niños/as con una sintomatología más grave, los momentos de encuentro, de contacto físico; que disfruten de un juego, el hecho de que miren más, que empiecen con la imitación, o con alguna palabra… Los aspectos más llamativos y relevantes a nivel de cambio, los vemos en los más pequeños, que tienen una sintomatología leve de TEA, pero con un riesgo significativo. Hay casos en los que vemos grandes cambios en algunos meses. Por ejemplo, con niños/as sin juego simbólico con poco lenguaje, con tendencia a desconectar, con aspectos muy rígidos, etc., y que hacen grandes mejoras en este sentido.
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