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“El juego es importante para que los niños/as se construyan como personas y descubran el mundo”

La psicóloga y psicoterapeuta de la FETB Berta Requejo reflexiona en este artículo sobre la importancia del juego en el desarrollo infantil

El juego es un alimento necesario para la relación entre padres e hijos y para el desarrollo de todas las capacidades de los pequeños.

¿Por qué es tan importante el juego?

  • Facilita la construcción de un vínculo seguro.
  • Jugando, los niños desarrollan todo tipo de capacidades: de integración sensorial, de relación social, psicomotrices, de regulación emocional, capacidades cognitivas y un largo etcétera. En general, todas las capacidades del bebé y del niño/a se ponen en escena cuando juega.
  • A través del juego, los niños manifiestan su mundo interno (fantasías, deseos, temores, sorpresas…), digieren experiencias y también ensayan posibilidades de la realidad.
  • Es un medio fundamental de comunicación con los niños.

¿Cómo juegan?

El juego, aunque va cambiando, está presente desde el inicio de la vida. El primer objeto de juego es el propio cuerpo y el de la madre o el padre. El bebé y su mamá (o papá) juegan con los movimientos, miradas, gestos, sonidos, sensaciones, canciones y caricias.

Poco a poco, el juego se va ampliando. Sorprenderse, ver y dejar de ver, imitar, buscar y encontrar, esconderse y ser descubierto, caer, que te sujeten, revolcarse, bailar, envolverse, pillarse, pegarse y aprender que hace daño, construir y destruir, explorar los objetos y sus posibilidades, disfrazarse, atacar y reparar, rescatar, definir las normas, hacer trampas y seguir las normas, ganar y perder y un infinito etcétera.

Con el juego aparecen también personajes malos, se expresan miedos, rabia y todo tipo de sentimientos “feos”, como también sueños e ilusiones a través de héroes y mundos mágicos o ideales.

¿Qué necesitan para jugar?

Sentirse más o menos tranquilos y seguros. También que haya unos adultos que cuidan y protegen, que dicen “esto ya no es un juego”, “cuidado que así os podéis hacer daño” o “ahora toca dormir”, que tienen en cuenta todas las necesidades del niño, al otro y la realidad externa.

Jugar a todo. En el juego, todo es posible. Mientras sea jugando, no podemos esperar exclusivamente lo agradable o correcto, justamente porque son niños que tienen que aprender a regularse, a tener en cuenta al otro, a identificar los límites, a digerir emociones… Jugando en un espacio seguro, con adultos que protegen y diferencian el juego de la realidad, pueden explorar para aprender.

Necesitan jugar con los padres y otros adultos, con otros niños y también necesitan jugar solos.

Jugar, jugar y jugar. Necesitan tiempo para jugar y suelen repetir juegos o temáticas hasta la saciedad, como ese cuento que se quiere volver a escuchar tantas noches seguidas.

La repetición es necesaria para consolidar aprendizajes, pero, sobre todo, los niños repiten las historias y los juegos porque disfrutan al sentir que saben de qué va el mundo, que pueden anticipar lo que va a pasar. Es algo muy humano: lo familiar les produce un sentimiento de seguridad que les hace sentirse felices y confiados para seguir explorando.

Todo ello es importante para que los niños se construyan como personas y descubran el mundo al mismo tiempo que aprenden a lidiar con la realidad.

En los servicios de atención precoz y salud mental infantil y juvenil el juego es una herramienta fundamental. Por un lado, el juego nos permite valorar, junto a otros aspectos, el funcionamiento de un niño, cómo organiza la realidad, cómo se relaciona y se vive a sí mismo. Y, por el otro, el juego es la vía de comunicación más potente en el tratamiento psicoterapéutico de los niños y de la relación padres-niños.

La psicoterapia se da en la superposición de tres zonas de juego: la del bebé o niño, la de los padres y la del terapeuta. Está relacionada con personas que juegan juntas. Buena muestra de ello es que cuando el juego no es posible, la labor del terapeuta se orienta a facilitar que el niño y sus padres pasen de ese estado en el que no se puede jugar a uno en el cual les sea posible hacerlo. (Adaptación actualizada de una cita de Winnicott, D. W., 1992)

Como dijo Winnicott “El juego es por sí mismo una terapia. Conseguir que los niños jueguen es ya una psicoterapia de aplicación inmediata y universal”, e incluye que madres, padres y la sociedad en su conjunto demos todo ese valor que tiene al juego.

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