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Día Mundial del Duelo Perinatal 2024 | Testimonio en primera persona (2ª parte)

ENTREVISTA CON NATÀLIA ROIG

¿Llegaste a saber qué había pasado?

Me hicieron pruebas y detectaron que soy portadora del factor V Leiden, que es una mutación de la coagulación de la sangre. Quizás esto hizo que no le llegara la sangre al bebé y que no se pudiera desarrollar bien. Me dijeron que podría tener hijos, pero que debería pincharme Heparina.

Quiero volver enseguida a quedarme embarazada y tuve otros dos abortos, ambos al mes y medio de gestación aproximadamente. Ante esto cambié de médico y él me dijo que no me habían dado la dosis de Heparina que tocaba…

¿Cuándo vuelves a intentar quedarte embarazada?

Al cabo de dos años me quedé embarazada de Gerard. Busqué su nombre y vi que quería decir “caballero fuerte” y pensé: “Mira, sí que ha sido fuerte, ¿no?”. Pero cuando tuve a Gerard me salió todo… Me encontraron que tenía estrés postraumático, me salió hipotiroidismo, etc. Recuerdo que Gerard no se cogía al pecho y lo pasé fatal. También era muy sobreprotectora con él al principio, pero esto se ha ido calmando con el tiempo y con Marc (el hijo pequeño) ya fue todo mejor.

¿Qué te ayudó en el duelo?

Sobre todo, la pareja, nos ayudamos los dos. Hablábamos, llorábamos… Aquellas primeras semanas fue todo muy duro. No quería ir a psicólogos, quería llevarlo todo yo junto con los míos, mi familia, los amigos. Pero ahora sí lo pienso, que hubiéramos necesitado ir a un especialista, porque la verdad es que nos lo estábamos “comiendo” todo nosotros y la familia hacía lo que podía.

Y después también me ayudó el tiempo, que dicen que todo lo cura; bueno, tenemos la cicatriz.

No tenía ganas de ir a terapia o a grupos de padres, pero sí me ayudaba leer testimonios de padres a quienes les había ocurrido lo mismo.

Y durante el embarazo de Gerard decidí escribir un diario donde iba apuntando cómo iba todo, las visitas médicas, le decía que le estábamos esperando con muchas ganas. Con el siguiente embarazo, el de Marc, también lo hice.

¿Hablabas del tema?

Al principio lo hablaba con mi pareja. Teníamos un vínculo muy fuerte de estimación, llevábamos 12 años juntos (en aquel momento), quiero decir que era una pareja y una relación consolidadas. Y lo que hizo fue unirnos más y hacernos más fuertes para salir adelante como pareja. A mí como persona también me cambió la forma de afrontar la vida, las cosas, las decisiones… Me ayudó a ser más fuerte y decidida.

Los médicos me ofrecieron hablar, pero yo estaba cerrada. Quizás, si me hubieran insistido más, hubiera acabado yendo a un psicólogo o psicóloga. Sí que nos dijeron muchas veces que había una asociación de padres, pero tú en aquellos momentos quizás no tienes ganas de hablar con padres a quienes les ha pasado lo mismo.

Ahora hace tres o cuatro años que puedo hablarlo con normalidad con la gente en general. Porque además es un tema tabú en el fondo, y parecía que no podías hablar de ello. Luego, en cambio, hablar con gente de fuera, gente nueva, me iba muy bien.

¿Te sentiste acompañada?

Sí y también apoyada, pero también te das cuenta de lo poco preparada que está la gente con el tema del duelo. Y más cuando se trata de un bebé. Si con una persona mayor ya cuesta dar el pésame a los familiares, imagínate a una pareja que ha perdido a su bebé.

Mucha gente nos intentaba animar: “No pasa nada, sois jóvenes. Ya tendréis hijos”. O nos decían que había parejas que no tenían hijos. A mí me sorprendía que me dijeran esas cosas. Pero, claro, ahora lo pienso fríamente y creo que quizás no sabían qué decirme o cómo consolarme.

¿Qué le dirías tú a una mujer que haya vivido una situación similar?

Le explicaría mi testimonio y le recomendaría que se dejara ayudar por los profesionales, porque yo no quise hacerlo y seguro que me hubiera ido bien. Pero que no se quede con todo lo que le digan, que busque ella su propio camino, que lleve su duelo como ella quiera porque cada uno lo lleva a su manera y lo que puede irle bien a una persona quizá a otra no le funciona. Hay a quien le irá muy bien ver al bebé, despedirse, ir a enterrarlo o tirar las cenizas, y a mí o a otra persona, no.

¿Cómo lo llevas ahora con el paso de los años?

Es todo tan duro que, ahora ya no tanto, pero todavía cuando voy al baño tengo tendencia a mirarme a ver si sale sangre. Es curioso, pero me ha quedado esta obsesión.

Y siempre cada 9 o 10 de octubre era como que ese día estaba más triste, no hacía nada… Pero creo que fue el año pasado cuando me sorprendí: “¡Ostras, estamos a 9 de octubre!”. Evidentemente te acuerdas igual, pero ese día hicimos una actividad con los niños y fue diferente.

Fotografía del archivo de Natàlia Roig

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