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Emociones y procesos naturales de vida

Marisa Joga, psiquiatra de la FETB en el CSMIJ de Gràcia

Ya no nos resulta extraño oír hablar de la salud mental tanto en redes sociales como en medios de comunicación, y esto tiene efectos positivos, como la reducción del estigma o facilitar la detección de señales de alerta y la búsqueda de ayuda, pero también tiene aspectos negativos como son el riesgo de banalizar la intervención terapéutica y entender como patológicos aspectos de la vida cotidiana que no lo son.

Las redes sociales, por ejemplo, nos muestran una vida perfecta, donde sólo tienen cabida la alegría y la felicidad continuas, pero ésta no se corresponde con la realidad y nos hace creer que debemos vivir constantemente en estos estados de felicidad y alegría, buscando remedios rápidos y a menudo artificiales para conseguirlo. El mundo tecnológico en el que vivimos, donde todo se produce a una velocidad muy rápida, a menudo nos hace creer que las soluciones también deben ser rápidas, tolerando mal el esfuerzo en el proceso y le espera para obtener resultados de mejora.

Hemos alejado de nosotros/as procesos naturales como la pérdida o la enfermedad con la intención de que, al no verlos, sean menos reales, expulsando así las emociones que nos provocan y olvidando que forman parte de nuestra vida. Pero debemos tener presente que las emociones, aunque algunas nos puedan hacer sentir mal, no son buenas ni malas en sí mismas, sino que cumplen una función, como por ejemplo el miedo que hace que nos protejamos de las amenazas, y que, como elementos útiles que forman parte de la esencia del ser humano, debemos permitirnos sentirlas.

Procesos naturales como por ejemplo el insomnio (que todo el mundo podemos presentar ante un período de estrés) pueden hacer que algunas personas busquen una solución rápida para evitar sentirse mal. No existen soluciones mágicas y deberemos dedicar el tiempo necesario que cada proceso requiera. Identificar las emociones como hechos naturales de los procesos que experimentamos en la vida, permitirnos sentirlas, aceptarlas e implicarnos en el proceso no sólo es fundamental para poder alcanzar el objetivo deseado de mejorar nuestra salud, tanto física como mental, sino también para empoderarnos de cara a futuras ocasiones que seguro nos encontraremos en la vida.

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