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Padres prematuros (2ª parte)

Hay otra parte que se convierte en diferencial, necesaria, que te sostiene para que tú puedas sostener: el apoyo y el acompañamiento externo, el de la familia, entorno, amigas y compañeros. Pero también lo que se convierte en una nueva familia, un nuevo entorno, que nace de forma circunstancial, pero que te acompañará toda la vida.

Decíamos antes que la subjetividad es parte inherente a la experiencia y ésta, a pesar de las circunstancias, a pesar de las dificultades y obstáculos, es una de las experiencias más felices, emocionantes y alegres que afrontaremos en la vida, siendo bastante como uno esperaba que fuera.

Es una experiencia que marca su historia, nuestra historia, y que debe ser vivida con pleno derecho, con dignidad, con sensibilidad y humanidad…

Y en esto tienen un papel protagonista las personas, los afectos, los vínculos y la relación, el respeto, el cuidado, el apoyo, el empuje… Todo aquello de lo que se encarga el equipo de la Unidad de Cuidados Intensivos de Obstetricia y de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales.

La prematuridad extrema implica el ingreso pre y/o postnatal, implica unos cuidados médicos necesarios, imprescindibles, pero que interfieren inevitablemente en la intimidad que se imagina en los momentos iniciales del nacimiento.

Una vez en la UCIN, los horarios, los espacios abiertos, los monitores, la iluminación, los momentos de tensión, el personal médico y de enfermería, y por supuesto la incubadora, son presencias inesperadas, pero primordiales en la vida de tu hijo o hija. Y te adaptas, las integras, las agradeces incluso, te las haces tuyas, te dan seguridades que te parece que no tendrías sin ellos/as.

La reafirmación de tu sitio como padre/madre no sería posible sin hacer tándem con el apoyo y la experiencia del equipo médico y de enfermería. Ellos y ellas son quienes llevan inicialmente una parte de nuestro cometido como padres, ya que dadas las circunstancias están fuera de nuestro alcance… Cuidan y te ayudan a cuidar, a observar a tu hijo, se preocupan, se ocupan y le atienden de forma extraordinaria para ayudarle en su reto principal: crecer. Todo esto incorporándote desde el primer momento, convirtiéndose en roles complementarios, sintiendo realmente que conformas el mejor equipo para él.

Pero existe un intangible: los cuidados que curan… Y es que al mismo tiempo que el equipo de enfermería hace su labor, de forma sutil, natural, respetuosa y sensible, despliegan su magia, la magia que se respira en la Madriguera de los luchadores.

De alguna forma, la incubadora que protege, que cuida y asegura a nuestro hijo, se reproduce como una matriosca en otra “incubadora” para los padres, también prematuros. Una incubadora que es la UCIN, que te aísla del mundo, que te oprime en momentos, pero que te protege, te cuida, te acoge y te calma.

Las enfermeras y enfermeros te llevan de la mano, te animan, te abrazan, te hacen reír y son cómplices, te acompañan a hacer de padre/madre y te invisten como tal, te recuerdan que, a pesar de las circunstancias, eres imprescindible en el crecimiento de ese bebé… Porque la incubadora es esencial, pero no sustituye a los brazos paternos.

Su intuición, sensibilidad, humanidad, fortaleza, serenidad, implicación y afecto insuflan fuerzas y empuje en el día a día que se convierten en capitales.

Sientes -te hacen sentir- que te ven, que te escuchan y que te reconocen como persona y como madre, diferenciada con tu particularidad.

Sin esto seguramente los niños/as y las familias saldrían adelante, harían sus procesos específicos con sus circunstancias, pero el relato no sería el mismo. Y es importante este relato porque forma parte de la narrativa de vida, unos inicios que, no siendo los esperados, son los nuestros…

Unos inicios que, como en los cuentos infantiles, empezarían así: “Érase una vez, en lo más profundo de la madriguera de los luchadores, cuando empezó su aventura nuestro pequeño héroe…”.

Fundació Eulàlia Torras de Beà

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