Con motivo del Día Mundial del Juego, que se celebra el 28 de mayo, ponemos en valor la importancia que éste tiene para los niños/as y damos algunas claves sobre cuál debería ser el papel del adulto en el juego.
Desarrollo
El juego implica conocimiento del entorno y de nosotros/as mismos, así como de la relación con los otros, y este proceso de aprehensión favorece el desarrollo global del niño o niña, a nivel neurológico, psicomotriz, emocional, cognitivo, etc.
Comprensión
Es a través del juego que el niño/a inicia una interacción global que le permite empezar a construir su forma de comprender el mundo que le rodea, el cual debe hacer suyo y encajar en él sus puntos de vista, pensamientos y emociones, dentro de un marco de referencia estable pero al mismo tiempo flexible y dúctil.
Aprendizaje
Sin duda jugando se aprende, de formas implícitas y de otras más evidentes. El juego es el primer vehículo para el aprendizaje en la vida, y es mediante este juego que niños y niñas comienzan a incorporar procedimientos, conceptos, rutinas, etc. Jugar es aprender porque implica equivocarse, fallar, frustrarse, pero también necesariamente debe implicar ilusión, interés, disfrute, pues sin estas sensaciones resulta difícil encontrar la motivación y curiosidad necesarias para aprender.
Comunicación
Con el juego expresan sentimientos, deseos, pensamientos… Por tanto el juego es lenguaje y tiene un valor comunicativo. Es, junto con el dibujo, una de las primeras vías de expresión y comunicación de las que dispone la persona.
Descarga
El niño/a es intensidad, energía y acción, y debe contar con unas vías y espacios adecuados y favorecedores para la expresión de esta actividad. El juego físico, la acción, permite al niño o niña experimentar con su propio cuerpo, el control del mismo, la contención, ponerse a prueba, buscar los límites,… En ocasiones, les ofrece un contexto de libertad muy necesario, pues a menudo están mucho más presentes los espacios reglados, de contención y orden en su vida cotidiana.
El papel del adulto en el juego
Está socialmente aceptado y valorado que los padres y madres jueguen con sus hijos/as, pero a menudo lo hacen desde un punto de vista poco espontáneo, y con una motivación más bien muy pedagógica.
Debemos entender que es el niño/a quien debe hacerlo libremente y el papel del adulto en el contexto lúdico es intentar adaptarse a su juego, acomodarse a él, pero también siendo capaz de estimular la imaginación, el simbolismo.
Es importante dar espacio al niño o niña para que tenga la oportunidad de conocer el mundo a su manera y acompañarlo siempre desde una posición que no tienda ni a anticiparse ni a posicionarse demasiado por detrás.
Pero, sobre todo, es importante compartir y disfrutar el juego con los niños/as, no buscar artificialmente una herramienta para aproximarnos a ellos, sino aprovechar de forma genuina lo que nos ofrece este espacio de juego y de relación con los hijos/as.